Piedad Bonett recibe el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

Amigos lectores de poesía,


En Frailejón celebramos el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana otorgado a Piedad Bonett. Sus libros El hilo de los días, Poemas de amor y Los habitados  están entre los títulos más queridos de nuestro catálogo. Los inivitamos a leer a continuación algunos de sus poemas.

 

"Piedad Bonett acude al llamado lúcido y riguroso de una poética de la transparencia. De ahí su insistir en la cotidianidad biográfica, la elaboración conceptual del sentimiento y el lenguaje que privilegia la belleza sin hacerse abstracto- de ahí -¿quizás?- que su fragilidad se aferre a una poesía que narra, mientras su entereza halla abrigo en una narrativa que es poesía pura. Esa es su tensión y contradicción, también su legado."

Jacqueline Goldberg

 

 

 

 

Poemas de Amor

ASEDIO 

Si te ponen miedo mis ojos ausentes, mis ojos noctámbulos, mis ojos dementes... 

León de Greiff 

 

No me culpes.
Por rondar tu casa como una pantera
y husmear en la tierra tus pisadas. 
Por preparar mis filtros vestida de hechicera, 
por recordar tus ojos de hielo mientras guardo 
entre mis ropas un punzón de acero. 
Por abrir trampas 
y clavar cuchillos en todos tus caminos. 
Por salir en la noche a la montaña 
para gritar tu nombre 
y por manchar con él los blancos paredones 
de las iglesias y los hospitales. 
Hay en mí una paloma que entristece la noche con su arrullo. 
Mi noche de blasfemias y de lágrimas.

 

 

MANUAL DE LOS ESPEJOS

Cerrabas tú los ojos y yo,
huésped fugaz de tus pupilas,
dejaba de existir por un instante.
Ahora que sólo en sueños me veo en tu mirada,
apenas si me acuerdo de mi cara,
porque busco mi imagen y me encuentro
con el vacío gris de los espejos.


 

DE CÍRCULO Y CENIZA

Tu boca viene a mí, sólo tu boca.
Viene volando,
libélula de sangre, llamarada
que enciende esta mi noche de ceniza.
Toda la sal del mar habita en ella,
todo el rumor del mar,
toda la espuma.
Boca para los besos dibujada,
donde duerme tu lengua tentadora.
Todo el vino del mundo está en tu boca,
todo el pecado
y la inocencia toda.
Boca que calla y cuando dice, oculta.
Capaz de toda la verdad tu boca,
de toda la verdad y la mentira.
Ríe tu boca y se despierta el día.
Como un tropel de potros me atropellan
los besos de tu boca deliciosa:

tu boca, mariposa equivocada,
tu boca ajena que se desdibuja
en mi noche de círculo y ceniza.



  

El hilo de los días

 

CUESTIÓN DE ESTADÍSTICAS

Fueron veintidós, dice la crónica.
Diecisiete varones, tres mujeres,
dos niños de miradas aleladas,
sesenta y tres disparos, cuatro credos,
tres maldiciones hondas, apagadas,
cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
cuarenta y cuatro manos desarmadas,
un solo miedo, un odio que crepita,
y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma mutilada.

 

CANCIÓN DE LA EMBALSAMADORA

Yo, que siempre quise ser cantante de ópera o bailar
noche tras noche vestida de rojo, o echar la suerte al pie de los caminos
o en fin, ser un tahúr o en el peor
de los casos ser mendiga o poeta,
he debido rendirme a mi destino cruel de embalsamadora,
de cantora de endechas, de ayudante
en los rituales todos de la muerte.
Aún era niña cuando supe de su inclinada sombra y su silencio.
Y de lo fácil que resulta morir y de lo fácil
que es vivir y estar muerto al mismo tiempo.
Primero fueron muertos ajenos, de caras aleladas,
que cuidadosamente yo regaba con vinagre aromático y espliego.
Luego fueron muriéndose uno a uno
los que algún día quise, casi todos. Les cantaba mis plantos,
desgarraba mi túnica, plantaba
un árbol en memoria de sus días.

TENÍA TECHO el mundo entonces
y un olor familiar a humo de leña.
Íbamos recibiendo la vida a cucharadas,
amorosa sopa de letras donde íbamos leyendo
la secreta consigna de los días.
¿Qué poderoso cataclismo,
qué oscura y sistemática tarea
nos dejó a la intemperie sufriendo viento y lluvia?

 

 

 

 


 

 

Los habitados 

DOBLE

Yo me miro mirar
y mi adentro es mi afuera en esta cárcel
en la que siempre estoy detrás de mí
respirando en mi nuca
susurrando
cantándome al oído mi cantinela insomne
soñando con un monje que conjura
al cuervo que desciende con su pico de sangre
sobre el charco de luz de la pupila
del otro
del que mira
del que sufre.

 

FUNDIDO A NEGRO

Cuando tenía tres años vi a mi madre iluminada
pero yo creí que ardía y lloré.
A los siete pinté un toro de grandes astas y me miré en sus ojos
sintiendo ya su herida.
A los quince, con la cara llena de granos, oí cantar la soledad en
varias
lenguas,
y las entendí todas. Mi noche se llenó de pesadillas.
A los dieciocho
oí decir que estaba mal de la cabeza.
Yo me aferré con fuerza al leño podrido de la infancia
mientras una raíz crecía entre mis cejas.
Tenía casi treinta
el día en que mis hermanas, asustadas,
agitaron sus alas de paloma
y lavaron mi rostro con sus lágrimas.
Quise decir sus nombres. Quise gritar las quiero.
Pero alguien ya apagaba las estrellas.

LA MALETA

En la casa todo seguía igual, hasta las flores
-aunque un poco marchitas-. Pero en las escaleras
nuestros pasos sonaron
distinto. Como golpes muy suaves
en un cuenco vacío.
Pusimos la maleta en un rincón
donde no nos mirara
con sus ojos tan tristes.
Pesaba esa maleta, tan vacía.
Volvíamos a todas nuestras cosas,
a la manta de fieltro, a las pantuflas, al pocillo
de mis tardes de té.
Quizá tendríamos que habernos abrazado.
Pero mientras en aquel cuarto anochecía
todo lo que pudimos darnos fue silencio.

 

 


Piedad Bonett

Ha publicado ocho libros de poemas y varias antologías.
También es dramaturga y autora de cuatro novelas y de un libro testimonial
sobre el suicidio de su hijo.
Con El hilo de los días ganó el Premio Nacional de Poesía otorgado por el
Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, en 1994.
En 2011, con Explicaciones no pedidas, obtuvo el premio Casa de América de poesía americana de Madrid y el José Lezama Lima de Casa de las Américas,
2014. En Aguascalientes, Méxicobió el Premio Poetas del Mundo Latino, 2012, por el aporte de su poesía a la lengua castellana. En 2024 recibió en Madrid, España, el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

 

 

 

 

 

Dejar un comentario