Yolanda Pantin es hoy, tal vez, la poeta más importante de Venezuela. Su vida ha sido un largo caminar por el mundo de la poesía. Su nombre ha estado ligado a movimientos y escuelas de la poesía venezolana de los últimos años. En sus libros es posible advertir las preocupaciones y dudas que han acompañado su vida. La noción de pérdida, de dolor, de fracaso es materia de su poesía, y es allí, en esa materia, donde ella busca la belleza.
Bajo el estricto título de Un año y unos meses, dedicado a la memoria (la “más bella de las ficciones”), viene un Diario, breve, escrito sosegando relámpagos, en la más precisa poesía, es decir vida adentro, luz, la más íntima, lo más cierto: lo cotidiano –pasado por el alma.
Santiago Mutis
Abro, al azar, una página de este diario:
27 de septiembre de 2016
No se bailar.
No tengo lo que se dice “conversación”.
No entiendo los chistes.
Detesto los juegos de mesa.
Busco sentarme en las esquinas y en los rincones en paz.
Quien me busca me encuentra.