Rómulo Bustos hace de cada poema una muy elaborada y cuidada vasija -eludiendo con su forma el barro- para oír la sombra, el misterioso abismo que llevamos dentro, y también la sombra del agua, menos liviana.
Rómulo Bustos hace de cada poema una muy elaborada y cuidada vasija -eludiendo con su forma el barro- para oír la sombra, el misterioso abismo que llevamos dentro, y también la sombra del agua, menos liviana.